La repostería ha estado presente en mi vida desde siempre. Mi mami, gran repostera y cocinera, invitaba a todas mis amigas a casa para poder amasar galletas. Muchas de ellas aún lo recuerdan con cariño. Pero no fue hasta que llegó Martín que me puse un reto: “hacerle yo misma las tartas de sus cumples”. Esta fue la primera.Su primer añito.
Un blog, otro, otro… El azúcar me fue enganchando ☺. Buceando por la red descubrí un curso de decoración con Fondant de Bonitísimo. Además era en Qué me das, uno de mis locales “cabecera” de Oviedo. Voy a ser sincera. No confié ni lo más mínimo en mis posibilidades porque soy mala malísima en temas relacionados con las manualidades y esto tiene bastante que ver. Pero ¿quién dijo miedo? Allí me fui.
Me esperaba un rincón con un encanto especial, decorado y dispuesto al detalle por Mónica. Al minuto, me sentía como en la cocina de casa. Relajada y con ganas de aprender.
Todo chicas. Algunas eran novatas, como yo, y otras ya tenían algo de experiencia con esta pasta de azúcar, pero todas nos aplicamos al máximo. También hay que decir que gracias a las instrucciones de nuestra profe pudimos hacer frente al reto azucarero.
Aprendimos las técnicas más básicas del manejo del fondant.
Cuatro horas que se nos pasaron volando entre un olor como a nube de azúcar que te hace realmente sentir relajada. Este es el resultado de mi trabajo. Estoy orgullosa, de verdad, no me creía capaz No será el último. Y, por supuesto os animo a todos a que probéis esta técnica, seas o no goloso.
Y un besín muy fuerte a mis compañeras de mesa y a Mónica, por enseñarnos.
Déjanos un comentario