Gijón es una ciudad par vivir, para disfrutar, con cultura y naturaleza. Parezco un anuncio, pero es así.
Siempre pensé que era una urbanita, me costó muchísimo separarme de Madrid. Pero, a medida que he ido añadiendo velas a mi tarta de cumple, esta percepción ha cambiado. Me gusta levantarme cada mañana y ver esto.

No quiero engañaros. Aún no he sentido la llamada del campo auténtico. Aún no, pero no lo descarto. Bueno, también es verdad que ya descarto muy pocas cosas. Cuanto más dices “esto jamás lo haré”, menos tardas en hacerlo. En fin, no me extiendo porque hoy quería hablaros del Parque Fluvial, en Gijón.
Mi casa, como habéis visto, está en pleno parque y la situación es un pequeño lujo. No tenemos más que salir del portal para disfrutar de un paseo como éste.

Este parque es el punto de partida de varias sendas verdes, por lo que os será fácil ver a mucha gente practicando deporte: bici, running, senderismo… Deportistas que conviven con domingueros como nosotros que tenemos la suerte de hacer vida en el parque.
Por él pasa el río Piles ¡Este río da mucho juego! Nos encanta acercarnos a tirar piedras junto con los primos, o simplemente saludarlo de la que pasamos. Incluso, en uno de los puentes si cierras los ojos y escuchas atentamente, puedes oír a los duendes del agua que viven en él. Otra cosa no, pero imaginación…

En este pequeño bosque urbano puedes hacer lo que te propongas. Un picnic en la hierba, partidita al futbolin, ping pong, baloncesto en sus canchas o… pasar la tarde en los columpios. No os podéis imaginar lo que disfrutan los niños en su arena. Como consejo os diré que “sacudáis” al pequeñuelo antes de entrar en casa. Si no estaréis barriendo y pisando arena unos cuantos días ☺

Si os acercáis será fácil que nos veáis. Somos: la chica, la sillita de bebé y el perro que parece un peluche.