Sí, tengo miedo. No es una sensación fácil de identificar, mucho menos de admitir. Pero hasta que no lo haces, paraliza.
Ya os había contado alguna vez que, desde el diagnóstico de Martín, había aprendido a vivir con miedo. Pues ¡hala! No es cierto. Por confiada. Otro ¡zas! que te da el tiempo o las nuevas circunstancias de vida. Es más, yo creo que nunca se aprende.
Otra cosa es que, de vez en cuando, lo controles y le digas “¡a la mierda! No vas a poder conmigo”.
Hemos tenido (seguimos en ello) muchos cambios en nuestras vidas últimamente. Nueva casa, nuevo miembro del equipo, nuevo trabajo (alguno más)… y cada uno de ellos han venido acompañados de “daños colaterales”, vamos, un montón de problemas. Y te agotan, acaban con todo el atisbo de positividad y te apetece mandar muy lejos a toda la corriente resiliente.
Pues todos esos cambios han hecho que Martín esté pasando su peor época, sin duda. Es durísimo ver cómo aumenta la ansiedad, la inflexibilidad y sentir que tienes las manos atadas. No sabes cómo acabar con ese sufrimiento de tu pequeño. Nada parece funcionar. No voy a explicaros en qué se traduce esto en nuestro día a día pero sí que te parte en dos. Y sí, te apetece bajar los brazos, llorar sin parar. Tanto que, a veces hasta te duele la cabeza. Pero eso no es lo peor, lo peor es que te duela “por dentro”.
Muchas gente me dice que qué bien, que me enfrento a los problemas con una sonrisa, que siempre estoy positiva. No es verdad. Tengo días muy duros. Pero es que también me los puedo permitir. No puedo sentirme mal por no estar siempre riendo. Porque no sería normal. ¡Joé! Es que cuando repartieron las vidas no me tocó de las fáciles (es verdad que las hay muchísimo peores).
Pero sí me tocó todo esto:
Aquí hay algunas, pero faltan muchísimas personas que hacen que mi vida merezca la pena 100 por 100.
Y tengo miedo ¡Claro que tengo miedo! De no dar con la tecla que ayude a Martín, de que Pablo también tenga autismo, de no saber educarlos, de que les pase algo malo, de que hagan daño a Martín por “diferente, de no aprobar mis exámenes, de no poder pagar las facturas, de no ser lo suficiente buena… Y así, hasta el infinito. En definitiva, miedo a un futuro que no voy a poder controlar de ninguna forma. El miedo va a estar conmigo y unas veces él me paralizará y, otras, le mandaré a la mierda porque, de nuevo recurro a Lucía Be), “Coño, lo estoy haciendo muy bien”.
2 Comentarios
Delmy
Wow… 100% identificada con sus palabras. Lo mismo me pasa, paso por túneles largos llenos de oscuridad pero luego viene la hermosa luz. Su blog es un recuerdo constante de Dios diciéndome que no estoy sola. Gracias por compartirlo
28 oct 2016 07:10 pm (@Twitter)
Lucía Zapico Fanjul
NO ESTÁS SOLA! Eso que te quede bien claro. Aquí estoy/estamos para lo que necesites.
Un beso enorme.
24 Feb 2017 09:02 pm
Déjanos un comentario