No sé si a vosotros os pasa lo mismo, pero… disfruto comiendo. Me gusta mucho. No a lo loco, no sin control, pero creo que es uno de los grandes placeres de esta vida.
Adoro conocer nuevas culturas, su gastronomía. Es como si pudieses conocer más sobre países lejanos a través de lo que come su gente.
Así que sí, me gusta alimentarme bien. También disfruto muchísimo cocinando. Estoy aprendiendo y… allí donde veo un curso (interesante), allí que voy.
Lo que os voy a contar hoy fue una jornada intensa en El Rincón de Babaï. Un día en el que aprendimos a hacer pan. Tempranito… panes de desayuno. Por la tarde… pan con masa madre.
Elena, nuestra anfitriona, fue la culpable de que redesayunásemos nada más llegar al Rincón de Babaï, a su casa.
Es cierto que una buena forma de romper el hielo entre personas que no se conocen es compartir mesa ¿no? Disfrutar juntos une mucho Una mesa preciosa, con mermeladas y quesos “de casa”, scones británicos y una trenza de hojaldre con frutos secos y miel asturiana. Tan bueno… Tan, tan bueno…
La verdad es que el solín de la mañana, la tripa llena de exquisiteces y una leve somnolencia que picaba a la puerta, hicieron que prologásemos un poquito este desayuno. Como veis, nos sentimos cómodas rápidamente.
Pero ¡había que trabajar!
Mónica Iglesias, de catering artesano Pinchín, fue nuestra profe. Asturiana afincada en Madrid es toda una experta panarra. Bajo su atenta mirada y clarísimas explicaciones, comenzamos.
Lo bueno de estas lecciones es que no solo aprendes la receta, si no que conoces gente, trabajas en equipo, cada una aporta su experiencia o inexperiencia (que, a veces, también es un grado) El caso es reírse un rato en comunidad
He aquí el resultado.
Una ligera comida y… el turno le tocaba al pan artesano. La cosa se complicó un poquito. Hacer buen pan no es cuestión de segundos, pero nada de lo que realmente merece la pena lo es.
Mónica nos explicó el proceso de hacer masa madre, su efecto es similar a la levadura. Química natural en toda regla.
Qué gran frase esa de “la fama cuesta”. Pues se puede adoptar para el momento de amasar el pan. Cuesta hacerlo bien, cogerle el tranquillo.
Pero pocas cosas se pueden comparar con la satisfacción de algo hecho con tus propias manos, como conseguir pan. Y no cualquiera, la verdad. Nada tiene que ver con el industrial. Sabe a tradición, a cereal, a trabajo bien hecho. Sabe a pan.
Y si ya lo acompañamos de una tortilla de patata, chorizo de casa y unas botellinas de sidra…
Os lo he dicho: me gusta comer.
Rincón de Babaï, ¡volveremos!
2 Comentarios
tatiana
Que buena mañana pasamos.
16 oct 2014 04:10 pm (@Twitter)
Lucía Zapico Fanjul
Sí! Hay que repetirlo, ¿no? Seguro que volvemos a coincidir en una. Eso espero Un besín Tatiana
16 oct 2014 06:10 pm (@@LagardeRegaliz)
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